¿Quiénes somos? Ésta es la pregunta que nos hacíamos días pasados hablando de Territorio y promoción del enoturismo. La búsqueda de esa identidad que nos diferencia y a la vez nos fortalece aunando diversidad exige una reflexión sobre la vinculación del enoturismo a las DO enológicas. Tal y como escribí, estoy convencida que pasar del mundo del vino al del enoturismo exige una simplificación de territorios y destinos, al menos en desarrollos incipientes de mercados.
Supongamos que hemos sido capaces de responder a esta primera pregunta. Si es así no será difícil marcar nuestros límites geográficos, nuestro “destino” según denominación turística o nuestro “territorio” según denominación del mundo del vino.
Si responder a estas preguntas no es tarea fácil tampoco lo es dar una respuesta a la segunda cuestión. ¿Cómo nos organizamos? Evidentemente si no sabemos quiénes somos, difícilmente sabremos a quién encomendar la labor de organizador la casa. ¿Consejos comarcales, Consejos regionales, Oficinas de turismo, Denominaciones de Origen, Asociaciones...?
Cada caso requerirá un estudio y un planteamiento pero grosso modo yo diría que deben existir unas pautas mínimas que debiera cumplir en todos los casos ese organismo elegido.
Debe entender el desarrollo enoturístico desde un punto de vista de diversidad, de transversalidad y de pluriactividad. Por lo tanto debe ser un organismo que no prime a sus asociados exclusivamente lo que favorecería la división de esfuerzos y recursos dentro del territorio. (Ya sé que a veces se forman asociaciones muy parceladas para este fin, ante la impasibilidad de ciertas instituciones. Lo sabemos)
Este organismo debe entender el enoturismo desde un punto de vista sumatorio y no fraccionador, integrando a todos los actores y especialmente buscando la intercomunicación entre el mundo enológico y el mundo turístico, unificando aquí a otros actores vinculados al territorio, de tipo cultural, gastronómico, artístico... pero también empresarial, de desarrollo local, administrativo etc.
Creo que aquí no hay fórmulas para determinar exactamente qué figura debe asumir este rol. Su liderazgo exige una reflexión según territorios, históricos, niveles de desarrollo y características del producto vino/turismo, objetivos que se pretendan conseguir etc. Lo que si me atrevo a asegurar es que si no existe esta reflexión previa ¿Quiénes somos y cómo nos vamos a organizar? Difícilmente podremos alcanzar el éxito en el desarrollo del enoturismo. Y en mi opinión, tirar a nivel individual del enoturismo sin tener un apoyo de promoción administrativa o un gran nombre, puede resultar agotador, amén de cargarnos de frustración.
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