El turismo industrial puede vincularse a visitas a empresas con actividad, que ofrecen algún interés por sus especiales instalaciones, por el volumen de producción o por sus procesos de fabricación etc. o bien a empresas cuyo atractivo radica en su valor patrimonial, histórico etc.
Aunque en España el turismo industrial aún está poco desarrollado, tiene una presencia importante en ciertos países europeos como Reino Unido, Francia o Alemania. También cuenta con una cuota destacable de turistas en Estados Unidos y Canadá. En nuestro país, algunas comunidades como Cataluña están implementando actuaciones muy interesantes en torno al turismo industrial, donde tienen cabida por supuesto las bodegas e industrias complementarias como pueden ser las del corcho, de gran tradición en zonas de Girona por ejemplo. Toledo también cuenta con una guía de recursos industriales con gran presencia de empresas artesanales con actividad. Conozco también actuaciones de este tipo en el País Vasco, Andalucía, Asturias etc.
El turismo industrial además de crear sinergias con el Enoturismo, puede ayudar a poner en valor recursos complementarios, que hasta ahora se consideraban marginales o se desechaban y puede colaborar a crear una identidad en el destino desde la diversidad de múltiples componentes, lo cual resulta muy enriquecedor.
Creo que todos y especialmente la administración (del tipo que sea) debería hacer una reflexión en este sentido, complementando los recursos de un territorio con esas pequeñas o grandes instalaciones que desde la actividad o desde el valor histórico enriquecerían nuestro enoproductos. Desde luego es una labor lenta pero muy valorable. Pensemos en imprentas que acumulan historias centenarias de etiquetas de vino o que trabajan desde la innovación más rabiosa; pensemos en fabricantes de botellas, de barricas, en productores y transformadores de corcho o de nuevos materiales para tapones; pensemos en instalaciones que otrora sirvieron de aduanas, de almacenes... de vino; pensemos en esas bodegas artesanas donde diferentes generaciones de una misma familia trabajan con los mismos métodos, quizás su vino no sea el mejor pero su “saber hacer” forma parte de un patrimonio que no podemos dejar perder. Si me lo permitís y crematísticamente hablando: hay gente que quiere conocer esto y está dispuesta a pagar por ello. ¿Por qué no lo aprovechamos?
Si alguno tenéis interés por el turismo industrial sería un placer compartir impresiones.
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