noviembre 29, 2009

Enoturismo en Montilla-Moriles

Acabo de regresar de Montilla-Moriles , de un magnífico enoviaje, englobado dentro del marco general de la Feria Andaluza Vitivinícola y del Turismo Gastroenológico . Su objetivo era propiciar el encuentro de profesionales de la comercialización con los empresarios del territorio.

Además del consabido work-shop entre compradores y vendedores, tuvimos la oportunidad cada uno de los operadores, de contar nuestra experiencia profesional con el enoturismo y presentar nuestra empresa. Por supuesto disfrutamos de muchos momentos para acercarnos a lagares, bodegas, casas rurales, hoteles… con oferta enoturística. De las bondades de la restauración montillana, de su variadísima oferta y de sus deliciosos postres, no voy a escribir nada –tendría tanto que decir-. Simplemente os invito a conocerlos en primera persona.

Me gustó Montilla-Moriles. Me gustó mucho el empuje de las mujeres ante los proyectos de enoturismo y su compromiso con el territorio. No es que no hubiera hombres, los había, pero me topé con un grupo de mujeres cargadas de vitalidad, de compromiso con su proyecto y esto siempre es muy destacable. Me encantó conocer a Rafaela, propietaria de una preciosa casa rural del siglo XVI, Finca Buytron , (Me bautizó como “estrellitas” por que no paré de informar sobre las altas y bajas de las estrellas Michelín). Me gustó mucho visitar la Bodega Perez Barquero de la mano de Adela Córdoba, su directora de marketing y de Teresa Portero. Me alegro mucho de haber loado sin ningún pudor su Pedro Ximénez de Finca La Estacada “una experiencia entre celestial y sublime”, sí, creo que eso les dije. Me gustó la fuerza de Charo Jiménez enseñándonos su Lagar de La Primilla y otros tantas amigos y amigas que nos mostraron sus casas y sus proyectos con mucho cariño y enorme profesionalidad.

Creo que encontrar dentro de una feria dirigida al cliente final, un apartado para el encuentro de profesionales compradores y comercializadores, es también un acierto y entiendo el esfuerzo que esto significa para la organización, esfuerzo que en gran medida le debemos a otras mujeres, las de Bacustravel. No me quiero olvidar tampoco en este apartado de Arturo Barbero, de Drakond , cuyas notas de cata, en documento escrito, con todos los vinos degustados, fueron realmente útiles y generadoras de experiencia y buen recuerdo.

Tuvimos ocasión de conocer el proyecto de la Ruta Montilla Moriles más a fondo y me pareció especialmente destacable el desarrollo de la Red Vinarea, unos espacios en torno a la cultura del vino, jalonando los distintos pueblos de la ruta y que permitirán dar coherencia al proyecto y reforzar la territorialidad de éste. Cada espacio está tematizado en torno a un elemento diferenciador: arte moderno, gastronomía, arqueología, naturaleza etc. Lo mejor es que su apertura está prevista para el 2010, así que espero los disfrutemos enseguida.

Podría señalar muchísimos aspectos que me llamaron la atención. Una buena señalización en general, bien diseñada además; productos enoturísticos muy cohesionados en torno al Pedro Ximénez como catalizador que yo creo que aún hay que reforzar más y destacar como elemento diferenciador; un enorme patrimonio cultural y patrimonial en torno a la cultura del vino: lagares, gastronomía muy diferencial, formas de hacer el vino enraizadas con el pasado como los vinos de tinaja; y cómo no el gran valor patrimonial y arqueológico de los vinos criados bajo velo de flor y sin encabezar, algo único en el mundo.

Por último, no querría terminar este rápido repaso, sin enviarles un abrazo muy grande a mis compañeros de ruta, a Carlos Serra Bruguera y a su esposa , dos expertos en oleoturismo y aceite; a Natalia Gracia y Javier de Somontano , a Gemma y a Ignacio Galañena de Entrevinos y cómo no a Pilar Mora del Incaming del Corte Inglés, unidas para siempre por la maloláctica y los polifenoles, cuyas vidas, Dios y los enólogos, guarden muchos años.

Volveremos.

(c) Alicia Estrada. 2009.

noviembre 23, 2009

Enoturismo y restauración

"Beati Hispani quibus bibere vivere est." Julio César. (Atribuido...)

Hablar de enoturismo es mucho más que hablar de bodegas. Es hablar de enotecas, de hoteles, de alojamientos rurales, de comercio de proximidad, de espacios de vino y por supuesto de restaurantes y bares.

Aunque el endurecimiento de las medidas antialcohol para temas de conducción nos ha sensibilizado a todos, rebajando el consumo de vino en el sector Horeca, sigo pensando que somos un país donde el vino y su cultura caminan próximos a cualquier evento social, familiar, de amigos etc. De ahí la fuerte impronta que una buena colaboración de estos profesionales con nuestro sector, podría suponer para el enoturismo y la sensibilización de los usuarios para conocer y profundizar en el mundo del vino, el primer escalón de la curiosidad del enoturista.

En el Vademecum del Enoturismo Europeo que conforma la base inicial sobre la que trabajan aquellos territorios que desean contar con un reconocimiento como “Ruta europea del vino” en los servicios que se exigen al territorio, se habla entre otros de 1 punto de restauración como obligatorio y 3 servicios turísticos/vitivinícolas, que pueden ser un alojamiento, restauración, comercio, enoteca, agencia de viajes receptiva, centro del interpretación del vino etc.

Es decir, en un país como España, que tenía en 2007 el mayor consumo de vino en el canal Horeca del mundo, una ruta europea del vino puede figurar como tal, sin tener ninguna enoteca asociada, ningún bar de copas y un único restaurante. ¿Por qué está el canal Horeca reñido de esta forma con el mundo del vino y su cultura?

No soy una experta en el tema pero puedo aportar mi punto de vista al respecto y sería estupendo que entre todos completáramos las razones.

Falta formación en el canal Horeca, falta personal especializado y conocedor del vino, las rotaciones son enormes y en general hay poca inversión en formación. En este sentido me ha parecida interesantísima la iniciativa que en Logroño están llevando a cabo, de formar a los propietarios de bares y restaurantes sobre las bondades del enoturismo y lo que puede aportar a su negocio. Lo he leído en al página de comunidad de Virgina Borges, siempre muy activa en sus planteamientos.

Siguiendo con las razones de la falta de sintonía entre el canal Horeca y cultura del vino, diría también que en nuestro país hay poca costumbre en restauración del vino por copas, aunque vamos mejorando evidentemente. Esta práctica fomenta el consumo “emocional y experiencial” del vino, en maridaje con la gastronomía, y nos aleja del simple consumo. La experiencia nos acerca positivamente a la cultura del vino y nos prepara para mayores descubrimientos.

Otra razón. El precio del vino en muchos restaurantes es desmesurado y se multiplica por 3 y aún más, lo que desanima a los clientes y les apega al tristemente “vino de la casa” o la DO clásica que suma costumbre y no abre nuevas experiencias. Si a esto le añadimos que algunos sumilleres de restaurantes lejos de propiciar un acercamiento al vino y su cultura, asustan a sus clientes con su pedantería superlativa, entenderemos porque para muchos usuarios el mundo del vino aparece como algo distante y al que no se atreven a acercarse, por humildad simplemente.

Creo que el canal Horeca tampoco ha entendido muy bien lo que significa la palabra “promoción” pues se hace muy poco uso de ésta en los restaurantes y bares. A menudo propietarios de restaurantes me han hablado de la dificultad para vender vinos de su propia DO a sus clientes. De acuerdo, no es fácil, pero si quieres que prueban vinos de tu territorio, empieza por invitar a tus clientes. Contar para ello con la colaboración de las propias bodegas o distribuidores, no creo que sea tan difícil y el resultado seguro que es bueno.

Y de la unión vino y gastronomía… ya hemos hablado en tantas ocasiones… ocasiones muchas veces perdidas.

(C) Alicia Estrada, 2009.

noviembre 17, 2009

Enoturismo en Portugal (2)

Tengo gustos muy simples. Me satisfago con lo mejor (Oscar Wilde)

Siguiendo con mi breve paseo enoturístico por Lisboa, en la Jornada organizada por la Universidad Lusófona, tuve la ocasión de compartir una mesa muy interesante, entre otros, con el Presidente de la Entidad Regional de Turismo del Alentejo, Dr. Ceía da Silva. De la presentación del representante del Alentejo me quedé con dos ideas que me gustaría compartir hoy con vosotros.

Por un lado la necesidad de generar masa crítica cuando hablemos de verdaderos destinos enoturísticos, algo muy diferente a ser simplemente un territorio de vino. Comentaba el Dr. Da Silva sobre la necesidad de generar una constelación de servicios y actividades en torno al vino y su cultura que sentaran las bases del desarrollo del eno-destino.

Yo añadiría y siempre que tengo ocasión de hablar con bodegueros, restauradores, hoteleros… no me canso de repetirlo: “un recurso enológico no es un producto turístico por sí mismo, hay que crearlo” y remataría con la frase del responsable de turismo del Alentejo “y un producto turístico enológico no convierte un territorio, en destino enoturístico. Hace falta una constelación de productos y servicios generados en torno a la cultura del vino” (salvo grandes excepciones)

Otro de los comentarios que reseñaría de la presentación de actividades del Alentejo en el ámbito enoturístico, fue la dinamización de espacios públicos en torno al vino. Algo así como “Si el visitante no va a la bodega, la bodega irá al encuentro del visitante”. Teniendo en cuenta que la mayor parte de los viajeros que llegan a nuestros museos, bodegas, enotecas etc son viajeros culturales para los que el recurso de vino forma parte de un itinerario cultural (es decir, no hay una verdadera motivación enológica), no está nada mal salir a la calle, a su encuentro y presentarles de una manera próxima y experiencial, la cultura del vino de nuestra tierra.

Cuando escuchaba el tema de sacar la cultura del vino a la calle, me acordaba de Alsacia, una zona que os he comentado más veces, me parece que aparte de sus maravillosos vinos, tiene la gran fortalece de que respira, vive, pinta, siente… el vino en cualquier tienda, en cualquier negocio, en cualquier pueblo, en todos los restaurantes etc.

De paso por Obernai, al sur de Estrasburgo, y paseando por los soportales de la Oficina de Turismo me topé con un grupo de productores locales que invitaban a todos los paseantes a compartir el aperitivo más alsaciano: cerveza artesana o vinos de la zona, foie y pan de especies tan típico del territorio. Era una forma de envolverte rápidamente en el espíritu enológico y gastronómico de la comarca, en un ambiente de amistad y proximidad que refuerza los lazos positivos y genera un vínculo afectivo con el destino. Según me indicaron, esta actividad la hacían varios días a la semana en temporada estival. Iban turnándose los productores que evidentemente aprovechaban la invitación para darte sus tarjetas personales, animándote a la visita y creo recordar que era posible también comprar sus productos, como si se tratara de un pequeño mercado local.
Creo que sacando la cultura del vino a la calle, todos salímos ganando: productores, visitantes, la Oficina de Turismo o las administraciones turísticas y por supuesto el territorio.
Y por cierto, hoy la etiqueta se la he robado a uno de mis vinos favoritos, un vino para tomar de rodillas y descubierto, como decía ¿Balzac? . Un pecado de avaricia beberlo en soledad. Para disfrutarlo sólo es necesario contar con un buen compañero con quien compartirlo y silencio, mucho silencio para escuchar los sonidos de la complicidad y el afecto. ¡Salud, querido amigo!


(c) Alicia Estrada, 2009

noviembre 15, 2009

Enoturismo en Portugal (1)

Tengo que pediros disculpas por el tiempo que he tardado en escribir. Llevo casi tres semanas ausente de este blog y la verdad es que se las he dedicado a fondo a nuestra pasión común, el enoturismo.

En primer lugar tuve la oportunidad de compartir una jornada de trabajo conjunto con los socios del Consorcio de Enoturisme de Penedés. La semana pasada estuve en Portugal, participando en unas jornadas en torno al enoturismo e impartiendo una clase sobre enoturismo en el máster de Turismo de la Universidad Lusófona , el grupo privado vinculado a la formación, más grande del mundo que habla portugués.

Me gustaría comentaros hoy sobre la experiencia portuguesa. Mi mentor en tierras lusas ha sido Ricardo Swinkels de Selected wineries, a quien le agradezco mucho la confianza depositada en mi trabajo. Ricardo es el alma mater de un club de calidad que cuenta con una buena colección de Bodegas y Quintas de alto perfil. Me gusta el concepto de "Club de Calidad" pues favorece la optimización de recursos tanto a la hora de la promoción como de la comercialización. Además todos sabemos que difícilmente una bodega aislada puede tirar de un proyecto enoturístico en una zona. Hace falta masa crítica y contar con varias bodegas en una misma línea de trabajo, seguro que favorece a todos los miembros del club. Una forma de volver a las ventajas de la coopetencia de la que ya hemos hablado en otras ocasiones.

Encontré algunas diferencias entre el enoturismo luso y el de nuestro país. En primer lugar el perfil de las empresas enoturísticas. En Portugal hay un buen número de quintas y fincas que ofrecen enoturismo para un perfil muy alto de viajeros. Muchas cuentan con alojamiento, restauración en la finca y un amplísimo programa de actividades que van desde propuestas de pesca o caza combinadas con el vino, a programas muy creativos, de experiencias artísticas, talleres de tipo histórico que se redondean siempre con la visita a la bodega, la salida al viñedo etc.

Me gustó el descubrimiento de fincas ganaderas y agrícolas que ofrecen conjuntamente con el mundo del vino, la posibilidad de vivir el estilo de vida de campo, el “slow life” del ritmo de la naturaleza a través de los cultivos y el paisaje y especialmente con los productos agroalimentarios de la propia finca. Al final el mundo del vino ¿qué es más que sector primario y agricultura?. Cosas tan difíciles de encontrar aquí y a la vez tan simples, como zonas de picnics en los viñedos, randonées de bicicletas a través de la viña, caminos marcados para recorrer a pie y descubrir la finca etc. me han parecido mucho habituales en Portugal que en nuestro país.

Por el contrario, parece que el enoturismo es menos popular en este país que en el nuestro, quizás vinculándolo al nivel tan alto de las bodegas existentes. Aunque parece haber pequeñas bodegas familiares que abren sus puertas a los visitantes, como ocurre en nuestro país, no me pareció que era el sistema más habitual. De ahí la gran dependencia del enoturismo portugués del cliente extranjero.

Otra tipología de clientes que se citó en las ponencias, al hablar de públicos objetivos del enoturismo fue el de los eventos sociales familiares especialmente bodas. Quizás en nuestro país sea también habitual pero ciertamente no lo conozco.

Os seguiré contando sobre el enoturismo en Portugal. Por la tarde hablamos de enoturismo como producto estratégico y ahí me tocó aportar el punto de vista de nuestro mercado.

(c) Alicia Estrada, 2009
(c) Alicia Estrada