noviembre 04, 2010

Practicando el "Tapper-wine"

“Tapper-Wine”, “Ponga un bodeguero en su vida”, “Adopte un viticultor” son algunos de los nombres que se me han ocurrido para describir un proyecto muy novedoso que hoy mismo me han contado un grupo de profesionales del enoturismo francés con los que he tenido el placer de compartir una charla sobre “El Turismo del vino y las posibilidades del mercado de los Congresos, convenciones e incentivos”. Por cierto, por ¡¡¡videoconferencia!!! (Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad)

¿Qué es el Tapper-Wine? (traducción libérrima de “Un vigneron a la maison” o “Un viticultor en casa”) Es una red de encuentro entre viticultores y clientes de proximidad. El objetivo evidentemente es favorecer la venta directa de los vinos de los profesionales que forman parte de la comunidad. ¿Cómo? Pues muy sencillo, aplicando la fórmula, “Si el cliente no viene a mi bodega, soy yo el que va a la casa del cliente”.

Para ello se ha creado una página Web a la que puedes acceder tanto como cliente o como viticultor.
Se trata de dejar los datos y casarlos posteriormente. Supongamos que vives en Barcelona y rellenas tu ficha hablando de tus preferencias por los tintos del Montsant y otros parámetros como precio por ejemplo. El administrador del sistema - Philippe Kazec, por cierto absolutamente ajeno al mundo del vino, responsable de sistemas en un banco- selecciona entonces a los viticultores que cumplen requisitos y éstos simplemente entran en contacto con el cliente.

A partir de aquí el cliente recibe una oferta del viticultor o viticultores, centrada en los vinos, sus precios, características, marcas etc. ¿Cuál es la novedad? Pues que una vez determinada la compra, fijas con el viticultor artesano una fecha de recepción de la mercancia y una hora, en la que casualmente has citado a tus amigos o a tus familiares en casa. Llega tu viticultor con las botellas y ¡oh! Os hará una cata de sus productos y os contará en un par de horas, cómo es su viñedo, cómo lo cuida, los problemas de este año, los sueños del que viene etc. No hay un precio por la cata, se supone incluida en la compra de los vinos.

No es un proyecto fácil, pero me contaban mis colegas del mundo del turismo, que el mismo día que se abrió la página web se apuntaron 20 amantes del vino y 22 viticultores. Parece ser que la masa crítica mínima para empezar a trabajar con holgura está cercana a los 150 viticultores y un mínimo de 600 compradores.

No me han podido dar datos de ventas pero sí me han contado la narración de un viticultor que les había comentado acerca de su primera experiencia con unos clientes. Dos horas en casa de una familia, hablando de la tuya y de tu viñedo, rodeado de sus amigos y su gente y con la compañía de una copa de vino… genera un ambiente de proximidad cómplice que es difícil conseguir de otra forma. Se pronostica un alto nivel de fidelización y un ambiente muy favorecedor para el enoturismo, la devolución de la visita a la bodega del viticultor etc.

Evidentemente estamos hablando de pequeñas bodegas y viticultores muy artesanales pero éstos son precisamente los profesionales que más difícil tienen el acercamiento al cliente final, no cuentan además con grandes bodegas ni instalaciones deslumbrantes. Cualquier evento, circunstancia, situación… que propicie el acercamiento de estos productores al cliente final, me parecerá una iniciativa digna de aplauso. El resto del trabajo tendrán que hacerlo ellos, vendiendo autenticidad, calor, artesanía, empeño, familia, trabajo... Pero esto seguro que con un poco de entrenamiento, sabrán hacerlo muy bien.

Hoy es San Carlos, dejadme que brinde a la salud de un amigo muy querido.

(C) Alicia Estrada, 2010
(c) Alicia Estrada