febrero 13, 2019

Creación de experiencias de enoturismo: valores olvidados


“Cuéntales tu historia, integra a tus visitantes en tu historia” ¡Cuántas veces hemos repetido estas frases cuando hablamos con bodegas, con destinos de enoturismo, con organizadores de jornadas gastronómicas o de vino en el medio rural! Y sale de nuevo a la palestra el tan conocido storytelling, base emocional de toda experiencia. 

Muchas veces cuando digo esta frase obtengo la misma respuesta: “Somos cuatro gatos, tenemos poco que contar…” o algo similar. Para contar una historia no hace falta tener una saga familiar enológica que se remonte a la Edad Media o contar con un castillo bodega donde ya se quitaba la sed el propio Cid. Podríamos decir lo mismo de historias que apuntan innovación, grandes arquitectos o proyectos emblemáticos. No, buenas historias se pueden encontrar en cualquier parte.
Destacar los valores sociales y de sostenibilidad que aporta el mundo del vino y del enoturismo al medio rural es una de las vetas menos desarrolladas en la construcción de experiencias enoturísticas y personalmente pienso que una de las más importantes, si no, la más. Muy, muy importante en el enfoque del enoturismo MICE, una de nuestras asignaturas pendientes

¿En qué valores sociales y de sostenibilidad pienso? Hay muchos pero podría destacar algunos. ¡A ver qué os parecen!

·        Bodegas que constituyen la única o principal fuente de empleo en un pueblo pequeño, su única vía para evitar la despoblación e incluso para atraer inversores hacia la comarca. (Pienso en Toro por ejemplo, por no citar Priorato)

·        Bodegas y mundo del vino y la viña que son la única salida de empleo para los jóvenes de ciertos territorios: jóvenes enólogos, bodegueros, guías de enoturismo, hosteleros, empresas de actividades…

·        Mundo vino, viña, enoturismo… que son fuente de empleo para mujeres rurales.

·        Enoturismo como principal medio de generar turismo hacia determinadas zonas perdidas a las que ponemos nombre gracias a una bodega, a un gran vino, a una ruta o similar… Enoturismo que además multiplica impactos hacia los negocios locales.

·        Viñas y bodegas que soportan el impacto urbanístico y que constituyen verdaderos pulmones verdes cerca de zonas industriales o urbanas. (Pienso en la viña del Penedès, sorteando espacios entre polígonos industriales)

·        Mundo vino y mundo enoturismo preservando una cultura ancestral, patrimonio, rasgos culturales… que en la visita de cada enoturista reviven, se actualizan y se ligan a esa responsabilidad generacional de legar a nuestros hijos, el pasado recibido de nuestros ancestros.

Podría seguir muchas páginas escribiendo de estos valores del enoturismo. Sólo espero que sea un incentivo para que las bodegas grandes o pequeñas se acuerden en sus experiencias de contarnos no tanto de depósitos de inox, y más sobre las personas, sobre su comarca, sobre los viejos que trabajaron allí y los jóvenes que llegan, sobre las mujeres a las que dan empleo o sobre las personas con discapacidades que tienen integrados en el trabajo. 
Gracias a todas las personas que en mis visitas de enoturismo me emocionaron compartiendo historias pequeñas que resultaron inolvidables, únicas y para mi, muy grandes. 
(c) Alicia Estrada. Vinoturismo@gmail.com


febrero 04, 2019

Catas sensoriales vs catas de enoturismo ¿Son lo mismo?


¿Una cata de enoturismo dirigida a un público genérico debe realizarse como una cata sensorial dirigida a profesionales, es decir apelando a la vista, la nariz y el olfato en un entorno aséptico? Hasta aquí no me atrevo a decir que no. Creo la clave no es el entorno y desde luego una cata enoturística no tiene en absoluto que vanalizar el vino ni olvidarse de trasmitir ciertos conocimientos técnicos a quien la realiza, al margen de su experiencia sensorial. Pero desde luego, una cata enoturística NO es una cata sensorial al uso, similar a la que realizan los profesionales.

Tampoco creo que porque a una cata le unamos  chocolate o queso en maridajes lúdicos o música o poesía, no podemos decir que se trata de una cata enoturística. En absoluto.

En mi opinión la cata dirigida a enoturistas no debe olvidar nunca el valor emocional y experiencial que encierra el enoturismo, la cata no es más que una parte de la visita, por lo tanto un elemento que debe participar del storytelling de la bodega. Es más, la cata culmina, remata, encierra y condensa toda la historia que a lo largo de nuestra visita hemos compartido con nuestros visitantes. De esto ya hablamos en el post anterior.

Por eso la cata no puede ir por un lado y la visita por otro, narrando historias diferentes. Todo debe apuntar en la misma dirección y mantener el mismo posicionamiento y el mismo tono.

Se necesita cargar la visita de valores emocionales capaces de generar complicidades con el grupo y pasará lo mismo con la cata, porque un vino más allá de ser un crianza, un reserva o un gran reserva... es un cúmulo de historias, de sueños de personas, de inviernos fríos, de lluvias expresadas en la cata, de pruebas y hasta de errores... Y todo eso junto con las notas de cata nos  servirá para contar la historia del vino como parte de la historia de la bodega.

(c) Alicia Estrada.

(c) Alicia Estrada