No me parece en ningún caso que estos objetivos sean excluyentes con la finalidad de crear productos turísticos que nos avalen (en lo posible) el éxito. Ni mucho menos. Lo que defiendo es que si queremos sacar adelante un proyecto enoturístico es necesario no perder de vista la globalidad del proyecto, marcar desde el primer momento estrategias de desarrollo turístico coherentes con nuestras infraestructuras, territorio, producción, bodega etc.
Cuando nos entregamos a un proyecto enoturístico no dejamos de ser bodegueros, pero también tenemos que empezar a pensar como gestores de empresas turísticas.
Esto nos va a obligar a materializar nuestro proyecto en un plan de marketing (por sencillo que sea) que contemple en todos los casos, la parte turística en cuanto a desarrollo de producto, vías de comercialización turística, vías de promoción, segmentación de enoclientes etc.
Si no maridamos ambas cosas, seguramente tendremos entre manos, productos enoturísticos indiferenciados, difícilmente comercializables por las vías de distribución turística y en resumen, de poco recorrido o de escasa aportación para el emprendedor enoturístico.
Un tema que da para mucho y del que podemos seguir hablando.
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