Este pasado mes de agosto aprovechando la pausa estival y aprovechando que en Artesa de Segre celebraban la Fira de Sant Bertomeu con presencia de productos locales, me encaminé hacia Lleida. Mis planes eran rematar el día en la feria y abrirlo visitando las bodegas de Costers del Sió, subzona dentro de la D.O. Costers del Segre.
Me fui imposible llegar a tiempo a pesar de que había previsto tiempo por si surgía algún problema. Tenía la dirección exacta de la bodega pero no encontré ninguna indicación en la carretera, ninguna señalización de ningún tipo, ni un cartel a la vista, nada. Era domingo, bodega cerrada por la tarde, así que me quedé sin visita enoturística.
¿A quién corresponde señalizar las bodegas? No lo sé, pero si queremos apoyar el enoturismo, tenemos que solucionar los problemas de base y unas indicaciones claras y precisas de cómo llegar a las bodegas, forman parte de las infraestructuras mínimas de las que un enodestino, tiene que preocuparse. Recomendaría también a las propias bodegas que cuidaran en su documentación y sobre todo en sus páginas web, de que estos datos aparecieran bien claros y si es posible que en su documentación para enoturistas añadan las coordenadas que permitan el acceso utilizando el GPS.
En todo caso me resarcí estupendamente con otra bodega vecina y dando buena cuenta de un excelente Flor de Grealo, un coupage de Merlot, Cavernet y Syrah que los hermanos Pijuan -los padres de la criatura- me hicieron conocer. Un vino complejo, con gran equilibrio entre acidez y taninos... en fin, totalmente recomendable.
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