julio 07, 2009

Más de innovación: códigos BIDI y enoturismo

Siempre que tengo oportunidad me gusta pasearme por los viñedos virtuales de las Rutas del vino. Es un ejercicio, el de repasar las páginas web, que hago muchos fines de semana en busca de novedades, de material de trabajo o simplemente de lectura entretenida. Este fin de semana mi paseo transcurrió por el Somontano.

Como estos días ando yo sensible con los temas de innovación me gustó toparme en esta web, con un apartado dedicado enteramente a aquellos viajeros tecnológicos que usan el MÓVIL como avanzadilla en la búsqueda de información. Hay otras Rutas que también incorporan estos apartados pero lo que me ha parecido realmente diferenciador es el haber incluido la posibilidad de obtener la información del territorio y las bodegas a través de los códigos BIDI o códigos bidimensionales. Estoy entusiasmada con estos códigos y ahora me peleo con mi iphone para bajarme un lector de estos códigos.

No puedo explicaros técnicamente cómo son y funcionan estos códigos pero me entusiasma su utilización como usuario. Básicamente se trata de capturar el código mediante una fotografía con el móvil y que éste a través de un sencillo software que se puede descargar gratuitamente en Telefónica por ejemplo, transforme el código en una dirección que enlaza con una web, segmentada evidentemente para el tipo de usuario que utiliza el sistema.

¿Os imagináis una ruta en que el viajero pudiera ir capturando códigos bidimensionales y obteniendo información de cada punto? ¡Grandes posibilidades!

En la jornada de Debat de vi que os comenté, en que se presentaron las COMUNIDADES DE PRÁCTICAS hubo también una ponencia sobre el tema de los códigos bidireccionales, aplicado en este caso al vino, no al enoturismo, pero supongo que también será de interés para vosotros conocer la experiencia.

Se trata de la Bodega CINGLES BLAUS del Montsant en Catalunya. Comentó su director de exportación que estaban incorporando estos códigos en las etiquetas. Los códigos cambiaban por países, lo que les facilitaba el redireccionamiento de sus visitantes, directamente hacia información en su propio idioma. Además el código utilizado para el canal Restauración no era el mismo que el usado para la venta a través de distribuidores, con lo cual también se podían hacer segmentaciones de contenidos en función de estos parámetros. Imaginad un señor abriendo una botella plácidamente en su casa de Berlín. Saca el móvil, hace la foto a la etiqueta e inmediatamente el sistema le lleva a una información concreta de la bodega y en alemán, la información que el productor considere realmente importante, para ese cliente y esa situación. El mensaje es inmediato, bien segmentado y abierto al diálogo.

Evidentemente utilizar códigos bidimensionales no resultará un factor decisivo hoy en día ni en enoturismo ni en distribución de vinos, salvo que apuntemos exclusivamente hacia un target de clientes tecnológicos (raro), pero nos coloca en el buen camino, el que mira al futuro. ¿Por qué no usar todos los resortes posibles para comunicarnos con nuestros clientes, para escucharles, para favorecer el diálogo, para construir de forma conjunta, para...?

Ah, por cierto, ¿esto se llamaba "innovación" verdad? Sí, creo que sí.


(c) Alicia Estrada, 2009

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