¿Sirve para algo una ruta enológica o gastronómica? Pues yo creo que para mucho. En primer lugar y esto siempre me parece muy interesante, cohesiona, une a los distintos agentes que en un territorio pueden pasar a trabajar con objetivos comunes. Además una ruta normaliza, homologa, pone las bases comunes de un proyecto territorial etc. Hasta aquí todo muy bonito.
¿Cuál es el problema de las rutas? En mi opinión una de las deficiencias más habituales es que muchas de las rutas que se diseñan en este país no aguantan más que el papel. No han sido diseñadas para ponerse en práctica como productos turísticos y mucho menos para ser comercializadas.
En muchos casos, una ruta se limita a un repertorio de recursos enológicos, de gastronomía, alojamientos, restaurantes, productos... + un folleto o página web. Sí, hay un hilo argumental pero el argumento no tiene ni pies ni cabeza y cuando a los actores no les das papel, mandarlos salir al escenario y actuar, resulta una apuesta casi seguro de fracaso o de olvido.
Algunas veces encuentras público participativo que está dispuesto a invertir horas enteras en hacer llamadas de teléfono a bodegas de horarios imposibles, a mandar mensajes a productores locales cuya actividad catalogada como artesana por la ruta, no pasa de ser una nave industrial sin mayor encanto. Gente animosa que pretende encontrar un domingo, pequeñas tiendas abiertas donde adquirir los productos que con tanta devoción presenta la ruta. Pero esto no es un producto turístico. En mi opinión, ¡claro!
Entre otras muchas cosas, una ruta es un producto vivo que necesita dinamización continua y permanente de un profesional. No basta con crear un folleto o una página web escaparate. Hay que dotarla de contenido, de actividades... hay que comunicar y contar cosas nuevas... hay que hacer pedagogía... hay que promocionar la ruta asistiendo a eventos y ferias... hay que evaluar con rigor y cierta periodicidad a los actores locales de la ruta y no dudar en dejar al margen a quienes no se homologan o cuyas actuaciones caminan por derroteros perjudiciales para el resto de integrantes. Y sobre todo y para mi uno de los factores clave: una ruta tiene que poder comercializarse y venderse.
Siempre acabo diciendo lo mismo: no por tener una bodega estupenda, tenemos un producto enoturístico, no por tener un montón de empresas locales cuya actividad gira en torno al vino, tenemos una ruta turística. Hay que tener productos vendibles y lo más importante, alguien que los venda.
(c) Alicia Estrada
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