Siempre he defendido que en el enoturismo tiene que perder peso el producto vino y ganar cuota otros elementos de paisaje, historia, naturaleza, arte, actividades etc. que nos permitirán por un lado diversificar nuestros productos turísticos y por otro lado, atraer a un mayor número de aficionados. No estoy diciendo con esto que me gustan esos productos llamados muchas veces enoturísticos, en las que el mundo del vino apenas si roza a los visitantes. ¿Es enoturismo hacer bicicleta entre viñedos? Para mi no lo es si la actividad se limita al simple paseo, si no hay un trasfondo de conocimiento del paisaje, el suelo, el clima, la cultura del vino.
Como otros muchos aficionados al mundo del vino y al enoturismo estaba estos días planificando alguna pequeña salida cercana a Barcelona que me permitiera disfrutar de mi afición. Y alguien me recomienda que me dé un paseo por Vilalba dels Arcs, en Tarragona, en la DO de Terra Alta, y que no me pierda la Pasión. Y, ¡Oh! sorpresa, la Pasión cuenta con una parte denominada Los vinos de la Pasión. Reconozco mi “pasión personal” por la arqueogastronomía, por los arqueovinos y todo lo que suene a recuperación del pasado pero cuando me entero además que los vinos de la Pasión son fruto de un proceso que reproduce el método romano de recogida, vinificación y conservación, mis emociones se aceleran. ¡No puedo perderme esa joya y allí estaré para problarlos!
No sé si os gustan las viejas historias del vino. A mi me encantan. En Grecia y en Roma, el vino casi nunca se tomaba puro. Se cortaba con agua en muchas ocasiones (tres veces su volumen). Quizás por que los vinos tenían posiblemente 17 y 18 grados y rebajarlos, los mejoraba. Los griegos sólo tomaban vino puro en el desayuno, al que llamaban “Acratismos” en el que mojaban pan. En Grecia y Roma el vino era la base de múltiples mezclas. Se mezclaba con resinas aún en la fermentación (En Grecia todavía se pueden tomar “Retzinas” en algunas tabernas de mala muerte); se ahumaban; se mezclaban con miel; se mezclaban con numerosas especies y en ocasiones con hierbas (estos vinos romanos parecen ser los predecesores de nuestros actuales vermuts)
Pues dicho esto, comentaros que en la Pasión de Vilalba se tomarán tres vinos para hacer historia: uno seco, una aromatizado con miel y uno adobado con tomillo y romero.
Pero lo mejor de todo esto y ya que este blog es de enoturismo es contaros que en Vilalba, se toman muy en serio esto de la arqueología del vino y celebran durante la vendimia una fiesta en la que reproducen las formas y los procesos de vinificación y conservación del vino de la antigua Roma. Hablar de Tarragona, evidentemente es hablar de Roma y Tarraco, así que mis felicitaciones por este tipo de actividades que fomentan el enoturismo desde la originalidad y que enlazan con la historia, los vinos y la idiosincrasia de un territorio y de sus gentes.
Lo estupendo es que además podemos ver un resumen de todo el proceso a través de un video que os invito a compartir.
(c) Alicia Estrada (2009)
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