septiembre 11, 2008

- Niños. Futuros consumidores

“Nuevos hábitos y Nuevos consumidores” Este es el título de una jornada organizada recientemente por el INCAVI. El consumo de vino desciende en España, los vinos de Catalunya son poco conocidos entre los propios catalanes lo que no ayuda a mantener las cifras de consumo. En las jornadas hablamos de nuevos tipos de consumidores, a mi me parecía en este sentido que no se podía dejar de lado el papel activo de las mujeres en la compra y extensión de la cultura del vino. Hablamos también de formatos de vinos para singles, vinos con menor graduación, polarización del vino en las gamas medias y altas....

Si estamos hablando de nuevos consumidores creo que debiéramos reparar en los niños, por que ellos serán los consumidores del futuro (¡Esto me ha quedado casi de parábola!). Sé que decir esto resulta impopular y alguien pretenderá llevarme a la hoguera pero fundamentaré mi osada opinión en dos argumentos.

El vino, los cuidados de la viña, la vinificación, la filoxera, la recogida de la uva, pisar los granos, las fiestas de la vendimia, cocinar con vino.... son parte de nuestra cultura. Vivimos en un país donde faltaba el agua y el vino se integraba en nuestra vida. El vino, el cava... no sólo son bebidas. Es nuestro patrimonio cultural, es nuestro pasado, y forma parte de nuestra idiosincrasia y nuestra forma de aprehender el mundo. Debemos enseñar a nuestros niños la cultura del vino, como les enseñamos la cultura textil o nuestro pasado fabril o los molinos donde antaño se fabricaba el papel o el aceite.

Creo que las instituciones debieran acercar a los niños a la cultura del vino, desde un punto de vista de patrimonio y de historia y lo mismo que incluyen en las actividades escolares, visitas de tipo histórico o industrial (Molinos papeleros, de aceite, colonias industriales, viejas centrales eléctricas...) debieran incluir visitas a bodegas, salidas a viñedos, participación en fiestas de la vendimia, en recogida de la uva, actividades en museos del vino etc. Claro que esto implica acercarse al vino con naturalidad y perder por el camino tanta mojigatería como hoy domina la sociedad con este tema.


Me parece que este tipo de visitas se prestan para educar a los niños, primero en la valoración del trabajo y del respeto a la tierra y en segundo lugar, favorecen un acercamiento natural al vino, pues nos permiten con actividades basadas en los sentidos (oler, ver, probar...) y sin vino naturalmente, preparar a los verdaderos consumidores del futuro, consumidores responsables y con una cultura sensorial importante que nos ayudará a apartarlos del alcohol como simple excitante y acercarlos al vino como disfrute de los sentidos.

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(c) Alicia Estrada