febrero 02, 2011

¿Sabemos contar nuestra historia?

“Tras parar un día a conocer su nuevo centro y realizar unas importantes compras, ni siquiera me otorgaron una sonrisa” Nos lo escribía hace unos días Manuel Romero en los comentarios de un post reciente. Ciertamente, resulta difícil mantener un nivel continuo de elevada calidad en el servicio pero éste es uno de los muchos retos del enoturismo.

Veíamos también como pequeñas bodegas, como Vega de Ribes o Sers en Somontano logran trasladar la calidad humana de sus propietarios a sus visitas de enoturismo. ¿Es posible mantener ese toque especial en las bodegas grandes, en los restaurantes, en las enotecas, en los hoteles donde participan muchos colaboradores?

Podría escribir una larga perorata para justificar mi opinión pero creo que os resultará mucho más amena la lectura de unas cuantas líneas escritas por un periodista americano llamado Michel Steinberger que acaba de publicar un ensayo que os recomiendo, titulado “Au revoir, comida, vino y el final de Francia” editado por la Editorial Tendencias.

Uno de sus capítulos Steinberger se lo dedica a Jean-Claude Vrinat, el archifamoso restaurateur propietario del Restaurante Taillevent uno de los clásicos estelados Michelin de París. Precisamente Vrinat fue uno de los representantes franceses en el famoso juicio de París, ya sabéis aquel que enfrentó en una cata ciega vinos californianos vs caldos franceses y que concluyó con una sorprendente victoria americana.

Durante muchos años y aún hoy en día, el Taillevent representó lo más granado de la restauración francesa que es como decir, de la cocina mundial. ¿Cómo era el trato de Vrinat a sus clientes? Entresaco algunos párrafos de Steinberger:

“En realidad, después de varios minutos disfrutando de su atención absoluta, sucede algo extraño: […] Vrinat parece casi halagado por tu presencia”

“Taillevent es el más ensalzado de todos los restaurantes con tres estrellas de Francia; sin embargo, no sólo hace que te sientas bienvenido, sino que consigue que te sientas como si pertenecieras al lugar”

Muy bien, sí, pero Vrinat era el propietario ¿Y el resto del equipo? Continúo transcribiendo a Steinberger:

“En otros restaurantes, te preguntas si demostrarán ser dignos de ti; al sentarte en Taillevent, te preguntas si tú demostrarás ser digno de él. Aparece un camarero discreto y cortés, claro, pero con una cordialidad en su sonrisa que no esperabas. […] El maître se acerca a la mesa y aunque viste de esmoquin, exuda jovialidad. Tanto si eres una cara conocida como si no, te saluda como si lo fueras, te dicen lo encantado que están, sus compañeros y él, de verte y charla contigo durante unos minutos”

Acaba concluyendo que si Taillevent no existiera, alguien debiera inventarlo.

De estas pequeñas notas se pueden sacar muchas conclusiones. Supongo que muchas veces nos obsesionamos en nuestros trabajos con la zona de recepción, hacer un parking para las visitas, optimizar un espacio, hacer más didáctico un recorrido… y nos olvidamos de que al otro lado tenemos personas que quieren encontrarse con otras personas capaces de contarles su historia. En nuestro caso, personas que amamos el vino, la tierra, el paisaje de la viña, la cultura en torno al vino…. ¿Sabemos contar nuestra historia?


(c) Alicia Estrada, 2011.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias Miguel por tu valoración tan positiva.
    Saludos para San Juan y el vino argentino.
    Seguimos leyéndonos y espero que algún día tengamos la ocasión de compartir charla y copa de vino.

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(c) Alicia Estrada