septiembre 12, 2011

Cariño, ¿Te vienes de enoturismo a COVIJÚN?

Cooperativas y enoturismo, este es el tema que comenzamos a revisar en el post anterior y sobre el que me gustaría seguir conversando con vosotros.

Hay algunas cosillas que no me gustan mucho de las cooperativas, y me refiero ahora, cuando pienso en su vinculación con el mundo turismo. Revisaré algunas muy sencillas.

1. ¡Los nombres! Esos nombres duros que quizás sirvan para amparar embotelladoras de vino pero que son la antilujuria del turismo. Nombres que a menudo empiezan por COOP, COVI, COOPVI o un santoral repleto de Vírgenes… me parecen muy bien como sedes sociales de empresas, pero si salimos al mundo del turismo, creo que hay envolverse con alguna marca más seductora o arroparse con algún otro elemento o declinación de la marca, que aporte calor y “humanice” esos nombres. Qué os parecería por ejemplo -y me lo invento- si la cooperativa COVIJUN de Junquera de Olmillos, en lugar de hacer enoturismo con la marca de su embotelladora lo hiciera con la marca "Viticultores de Junquera" ¿Mucho más bonito, no?

2. En segundo lugar, el carácter anónimo de las cooperativas. ¿Os habéis fijado que la gente del vino presume siempre –y con razón- de familia, de pasado, de orígenes? Nuestro enoturismo, como ocurre en todo el viejo mundo se fundamente en la tradición y aún en los casos de modernidad, la vanguardia siempre se presenta en fusión con el pasado. ¿Dónde están las personas en las cooperativas? Revisad alguna web de cooperativas y decidme si ando errada. Iros a páginas de bodegas y estaréis conmigo en que resulta muy habitual toparse con las fotos de familia, con el retrato del bodeguero, del fundador de la bodega etc.

En mi opinión, que una cooperativa aglutine a un conjunto de viticultores no quiere decir que la cooperativa no esté conformada por personas con nombres y apellidos, por abuelos, padres, hijos que trabajando junto a sus vecinos han logrado durante generaciones sacar adelante a sus familias y dar vida a su pueblo. ¡Y éstas son las historias que yo quiero que me cuenten, y como yo, los visitantes de la cooperativa! Y sí, estoy interesada por saber de sus últimas inversiones pero mucho más, por conocer cómo fundaron su cooperativa, quién les apoyó, qué papel juegan en la vida social de su comarca, quiénes trabajan allí, a qué se dedican, qué cocinan los días de fiesta mayor…

¡Muchas historias que contar pero que rara vez los cooperativistas cuentan! Y por cierto, muchas vidas sobre las que poder contar historias y diseñar productos enoturísticos diferenciales. Entiendo que hay grandes cooperativas muy centradas en el producto y que elaboran magníficos vinos. No me refiero tanto a estas empresas, cuando hablo de este tipo de enoturismo, sino a esas cooperativas de muchos pueblos que aún dependen en gran medida de la venta directa y a las que atraer visitantes a la bodega común, les aportaría nuevos compradores y unas partidas extras para sus presupuestos, vinculadas a visitas y actividades en la bodega.

Y hablando de contar historias, no creáis que es una ventolera de viajera romántica que me ha dado a mí. El “Storytelling”, comunicar a las personas más que a los consumidores, comunicar desde dentro, desde el corazón, contar historias, nuestras historias… forma parte de las acciones de marketing de un plan de enoturismo. En un sector como el nuestro, el “Storytelling” forma parte también del diseño de los productos enoturísticos, productos que no debemos levantar –al menos no totalmente- sobre nuestro vino, marcas, instalaciones, inversiones, instalaciones…., y en el que las personas y los elementos emocionales, experienciales, vivenciales… deben conformar, en mi opinión, la base del desarrollo enoturístico.

Y hablando de “Storytelling” os dejo un vídeo de Joantxo Llantada, un profesional del turismo a quien admiro mucho. ¡Seguro que su historia os va a gustar! http://www.slideshare.net/Joantxo/fiturtech-storytelling-2010


Saludos. Hablamos pronto.

(c) Alicia Estrada, 2011.

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